España .- El escritor peruano Mario Vargas Llosa destacó hoy que "la literatura es una hija tardía del quehacer primitivo de inventar y contar historias, que humanizó a la especie, la refinó y disparó a los humanos por la ruta de la civilización, a través de una forma sutil que sólo fue posible con la escritura".
Vargas Llosa (Arequipa, 1936) fue investido hoy en
Vargas Llosa (Arequipa, 1936) fue investido hoy en
la ciudad española Logroño (norte) como el primer doctor "Honoris Causa" de la Universidad de La Rioja (UR), en la celebración del XV aniversario de su creación.
Al acto asistieron unos 400 invitados, entre ellos, el rector de la UR, José María Martínez de Pisón, acompañado por los miembros del claustro universitario, y el presidente del Gobierno regional de La Rioja, Pedro Sanz.
En su discurso, dedicado a 'El viaje a la ficción', Vargas Llosa homenajeó a los contadores de historias, hechiceros, cuentistas, juglares y trovadores, que, con sus narraciones y relatos, contribuyeron al nacimiento de la literatura.
Así, recordó como en 1958, en un viaje a una aldea de la Amazonía peruana, se enganchó por la fascinación que despertaba entre los machiguengas "el hablador", un personaje que les entretenía con las anécdotas de sus viajes y las noticias y chismes de familiares dispersos por la inmensidad de la selva.
"Antes todavía de que empezara la historia, ya había seres humanos que practicaban lo que yo pretendía hacer con mi vida, dedicarla a inventar y contar historias", resaltó el escritor, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en 1986 y con el Cervantes en 1994.
"Aquel hablador y su relación tan entrañable con su comunidad, eran la prueba tangible de la importantísima función que cumplía la ficción -esa vida de mentiras soñada e inventada por contadores de cuentos- en una comunidad tan primitiva y separada de la llamada civilización", añadió.
Los machiguengas "tenían conciencia de pertenecer a una misma cultura, a un mismo pueblo, y conservaban vivos, gracias a aquellas narraciones, un pasado, una historia, una mitología y una tradición".
El personaje del contador de historias quedó durante años impreso en la memoria de Vargas Llosa, pero no fue hasta 1985 cuando comenzó a escribir su novela 'El hablador' (1987), en la que rinde tributo a este juglar amazónico.
En su opinión, "abandonarse a los sortilegios de la imaginación empujados por nuestros deseos no sólo nos descubre lo que hay de altruista, generoso y solidario en el corazón humano, sino también esos demonios, apetitos destructores, de feroz irracionalidad, que suelen anidar entreverados con nuestros sueños más benignos".
El autor de 'Conversación en la catedral' consideró que "la escritura dio a las ficciones una estabilidad y permanencia que no podían tener las ficciones orales" y recalcó que "sin la ficción, la libertad no existiría, y sin ella, la aventura humana hubiera sido tan rutinaria como la vida del animal". EFE
www.victorsuarez.com.do
Al acto asistieron unos 400 invitados, entre ellos, el rector de la UR, José María Martínez de Pisón, acompañado por los miembros del claustro universitario, y el presidente del Gobierno regional de La Rioja, Pedro Sanz.
En su discurso, dedicado a 'El viaje a la ficción', Vargas Llosa homenajeó a los contadores de historias, hechiceros, cuentistas, juglares y trovadores, que, con sus narraciones y relatos, contribuyeron al nacimiento de la literatura.
Así, recordó como en 1958, en un viaje a una aldea de la Amazonía peruana, se enganchó por la fascinación que despertaba entre los machiguengas "el hablador", un personaje que les entretenía con las anécdotas de sus viajes y las noticias y chismes de familiares dispersos por la inmensidad de la selva.
"Antes todavía de que empezara la historia, ya había seres humanos que practicaban lo que yo pretendía hacer con mi vida, dedicarla a inventar y contar historias", resaltó el escritor, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en 1986 y con el Cervantes en 1994.
"Aquel hablador y su relación tan entrañable con su comunidad, eran la prueba tangible de la importantísima función que cumplía la ficción -esa vida de mentiras soñada e inventada por contadores de cuentos- en una comunidad tan primitiva y separada de la llamada civilización", añadió.
Los machiguengas "tenían conciencia de pertenecer a una misma cultura, a un mismo pueblo, y conservaban vivos, gracias a aquellas narraciones, un pasado, una historia, una mitología y una tradición".
El personaje del contador de historias quedó durante años impreso en la memoria de Vargas Llosa, pero no fue hasta 1985 cuando comenzó a escribir su novela 'El hablador' (1987), en la que rinde tributo a este juglar amazónico.
En su opinión, "abandonarse a los sortilegios de la imaginación empujados por nuestros deseos no sólo nos descubre lo que hay de altruista, generoso y solidario en el corazón humano, sino también esos demonios, apetitos destructores, de feroz irracionalidad, que suelen anidar entreverados con nuestros sueños más benignos".
El autor de 'Conversación en la catedral' consideró que "la escritura dio a las ficciones una estabilidad y permanencia que no podían tener las ficciones orales" y recalcó que "sin la ficción, la libertad no existiría, y sin ella, la aventura humana hubiera sido tan rutinaria como la vida del animal". EFE
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